21/6/07

STEP ACROSS THE BORDER: FRED FRITH

No prometía demasiado la noche del sábado. Estando con El Profeta nos propusimos ver alguna de las rarezas que se empecina en bajar de la web y acumular. "Step across the border" fue la elección, y nunca nos vamos a arrepentir de ello. No sé cómo le afectará a alguien que no le interesa la música ni lo visual, pero a nosotros nos atrapó desde el primer momento. Es documental, es road movie, es musical y también cine-arte, es improvisación y pura expresión. Después me enteré de que ganó decenas de premios, pero eso es lo de menos. Lo importante es poder acercarnos a Fred Frith.
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Step Across the Border
Directores: Nicolas Humbert y Werner Penzel
1990 b/n 16 mm 90 minutos VO: inglés

Una película "balada" sobre uno de los guitarristas más dotados de su generación que habrán visto quizás en algún concierto de Brian Eno, David Byrne, Robert Wyatt o los Residents. En solitario o con sus propios grupos, Fred Frith es sobretodo el compositor de una música inclasificable, basada en las improvisaciones con los "ruidos" del mundo y en sus armoniosos cantos de la desarmonía.

Step Across the Border es una película que nos hace escuchar las imágenes y mirar los ruidos de lo cotidiano. Un paseo para el oído que va desde Tokio a Verona, de St Remy a Leipzig pasando por Londres, Nueva York y Zurich...

-Comentario de: http://www.mad-actions.com/mad-movies/frith.html
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La música de Fred Frith, multinstrumentista británico nacido en 1940, es una experiencia sorprendente y fuertemente cuestionadora de nuestros hábitos de audición, excesivamente domesticados por la comodidad de los medios masivos de comunicación y sus escenas hechas a dedo por los “genios” del marketing. Hablar de hábitos no es casual, las razones por las cuales escuchamos música son tan heterogéneas como convencionales, porque el ritmo es cadencioso y alegre pese a la imbecilidad de quienes componen estos temas (reggeaton) o bien por recuerdos juveniles, postales de un pasado que parece ser ilusioriamente mejor que el elusivo hoy, encuentros amorosos ansiosos e incompletos, crueles y diversos rituales de iniciación juvenil, etc (cualquier canción que entre en el subgénero “de fogata”, o de malas fiestas llenas de espinillas, etc.) Dado que la prensa y los medios consagran estas últimas obsesiones de la recepción, poco es el espacio que resta para la apreciación de la música en sí misma, incluso ante la evolución que ésta haya adoptado.No son pocos los estudiosos que se han preguntado por qué el público general casi cien años después de la aparición de las primeras obras atonales aún rechaza esta música por ruidosa, sin melodía, etc. Cuando se expone a las personas a obras como las de Schoenberg, por ejemplo, cunde la ofuscación de la mayoría. Ello sin embargo sorprende cuando los mismos músicos tienden a rechazar cualquier escala que no sea una mayor menor o una de blues, o como ejemplo de lo exacerbado, en artistas tan sobrevalorados como Aphex Twin, cuando en un artículo de The Wire se le invita a oir Kontakte, éste coleccionista de tanques no haya nada mejor que decir “no me gusta esta canción (sic) le falta una base de bajo y batería” ¿qué pastillas de estupidez tomó el autor de Selected Ambient Works antes de la entrevista? No sé, pero presiento que ni los mismos músicos saben qué pasa y contribuyen a fomentar malos hábitos en el auditor.
Entiendo que la tonalidad no es un proceso reciente en la historia de la música y tomó años en desarrollarse, abolirlo no es fácil, el paso de la polifonía renacentista a la monofonía clásica menos. Tampoco ello es argumento para demoler la atonalidad como un cielo de nubes negras antes de un amanecer como ha dicho, extrañamente, Ligeti ni menos usar la noción de “experimental” con un tono despectivo, que implica mero ensayo, accidente o amateurismo. Simplemente si las personas que frecuentan la cultura pueden asimilar cuadros de Miró o Kandinsky, ¿qué les impide aproximarse a una pieza de Morton Feldman, de canto khoomi, de Etron Fou Leloublan? Quizás los hábitos visuales son más mutables que los auditivos, pero también quizás hay toda una industria que condiciona la mente de sus consumidores para evitar que visiten el camino estrecho. Supongo que por ahí va el problema, basta leer File Under Popular, el excelente libro de Chris Cutler al respecto. Es cómodo escuchar tonteras, es fácil, está bien...
Atravesando el borde.
Fred Frith es, por tanto, un arquetipo de una música subversiva, peligrosa, ¿y por qué? ¿Porque contiene mensajes secretos en backmasking (buuuuuuuuuu, el diaaablo) ¿Por qué escupe virulencia contra las instituciones como el punk, género hoy tan comercial como el pop juvenil tipo High School Musical? No, es algo mejor que eso, felizmente. John Cage ha dicho sabiamente -y con esto dejo más que claro que no soy anticagiano- que no es la revolución la que necesita al arte sino que el arte es el que necesita una revolución. La música de Frith tiene esa rara virtud de separar caminos pero derivándose armónicamente de ellos. Ha sido calificada de experimental y de vanguardia. Frith trasciende estos términos victoriosamente. Categorizar es una obsesión académica y periodística que se convierte de pronto en postulación de la realidad. El argumento de esto se basa en que muchas veces Frith desborda la noción tradicional de “tocar” la guitarra, puede vérsele en muchas ocasiones usando una eléctrica Gibson E5 preparada, a la manera del piano homónimo de Cage. Los trastes han sido amplificados, sucitando la audición de escalas de armónicos “en sentido equivocado” como él mismo señala, además hace tapping con las manos, introduce objetos como cables, o lana entre las cuerdas o percute el puente con baquetas o palillos chinos, todo ello filtrado a través de un sistema dual de parlantes y un juego de pedales en los que se destaca el particular uso que hace el maestro de los pedales de volumen y el overdrive. No es casual, como señala su gran amigo Ferdindand Richard que el mismísimo Miles Davis estaba interesado en Fred Frith como percusionista.
Es que Frith discute el rol tradicional de la guitarra entendida socioculturalmente como instrumento armónico o en el caso del rock cantante para darle nuevas dimensiones, como el enriquecimiento de su rol rítmico, habitualmente relegado al mero rasgueo. Escúchese el brillante Guitar Solos, del maestro, disco calificado por la escrupulosa revista Guitar Player como “la física cuántica de la guitarra”, donde Frith explora toda clase de sonoridades, más cerca del piano preparado de Cage y de AMM que de tus habituales y lateros Clapton o Satriani, la guitarra adquiere un nuevo discurso, un nuevo reino oculto en su espectro de sonidos, ahora más amplio, más rico.
Fred Frith compone con un criterio ecléctico, que incluye el formato de la canción popular con técnicas compositivas aleatorias como las de la trinidad Cage, Feldman y Wolf, una de las cuales es el uso de medios gráficos como las fotografías que él mismo toma (es también un artista muy sensible con la cámara), de cuyas estructuras y superficies extrae ideas musicales, (así lo hace brillantemente en Stone, Brick, Glass, Wood, Wire )junto con las célebres Estrategias oblicuas, set de cartas producidas por Brian Eno que le permiten tomar decisiones cuando Frith trabaja con otro instrumento que domina a la perfección, el estudio de grabación.
Pero también una de las tareas predilectas de Frith es la improvisación. Dentro de la escuela de Derek Bailey, Keith Rowe, Sonny Sharrock y Lou Reed, Frith improvisa con técnicas extendidas derivadas de estos autores y otras muy propias desarrolladas durante décadas, hoy por hoy plenamente insertas dentro de su gramática personal, ello, por tanto, no es experimento, por tanto, sino lenguaje propio, pero no busca las confortables escenas conventuales de las academias donde todos se aplauden cínicamente a sí mismos. Frith hoy por hoy, ha sido reconocido y enseña en el célebre Mills College, pero sigue siendo un músico que elige transitar por las calles y oírlas. Pero al oírlas, más aún, creo que quiere escucharse a sí mismo oyendo...
Fiesta instantánea.
En el notable filme Step Across The Border, magistral documental sobre el autor y las diversas perspectivas en que puede ser abordado un sujeto con una cámara, señala Frith que el objetivo que él alcanza es análogo a los músicos de blues, busca hacer que la guitarra hable, o sea, encontrar una voz propia a través del instrumento de seis cuerdas. Pero estimo que el maestro va más allá. Gran parte de la música del autor es analizar las consecuencias de dicho lenguaje, su música es por lo tanto multidimensional, cubista, dialéctica. En su discurso, Firth integra la canción pop, el folklore balcánico, la improvisación libre, los sonidos cotidianos del medio ambiente, la música docta contemporánea a veces simultáneamente, conflictivamente. Un complejo diálogo de culturas que rompe la semántica habitual del formato standard de un tema para introducir interpolaciones, comentarios, repeticiones, marginalia aparentemente inconexa, explosiones de distorsión y armónicos, citas humorísticas, melodías sencillas y altamente memorables, etc.
Generalmente las obras de Frith tienen como base un entramado de patrones rítmicos irregulares, armonías cromáticas o extraídas como dije del folklore centroeuropeo, en torno a las cuales giran carnavalescamente efectos, ruidos y voces varias, breves solos de guitarra extendidos u oleadas de instrumentos diversos, varios de los cuales los toca el mismo Frith, todo ello guiado por melodías divertidas y memorables (sí, buen hombre, la vanguardia también la hace gente divertida) que arrancan más de una risa al auditorio y pueden cantarse durante días.
-Texto de: http://espaciosinquietos.blogspot.com/

Sugiero entren e investiguen en los links que aquí aparecen, son más que interesantes. También dense una vuelta por la página de Fred: www.fredfrith.com