6/8/07

REVISTITA DELIVERY

Todo comenzó una noche de Trilo en que El Diablo tomó una revista, la plegó varias veces, y la recortó. El resultado era un conjunto de páginas de pequeñas dimensiones. A medida que íbamos avanzando por las hojas, los significados se multiplicaban en la concatenación. Después de un rato de jugar con esta arbitrariedad de sentidos, mi amigo trilense confesó que eso era una idea que encontró en HAYUNPLAN.BLOGSPOT.COM. Después me vine a enterar que era una de las alumnas del curso que asiste en la carrera de Diseño.
Bueno, procedí a entrar en el Blog que esta chica Beatrice construye de a poco, a medida que su Portfolio de trabajo final avanza. Me atrajo la idea y me parecieron muy buenos los trabajos que publicó. Ese fue un estímulo para investigar en blogs y páginas de diseñadores nacionales. Me encontré con propuestas muy originales, páginas interesantes y trabajos bastante jugados. Me quedé sorprendido con la variedad y la calidad de lo que encontré. Cada tanto vuelvo, y entro en el blog de las revistitas. Justamente Beatrice ideó este tipo de publicación-intervención, y ofreció su distribución gratuita. Entonces me apuré en anotarme, ella misma se encargaba de fabricarlo y repartirlo. Al cabo de esperar ansioso la llegada de este objeto de arte gratuito, al fin pude dar con el mismo.
El domingo estaba espantoso, el frío era abrasador y soplaba el viento con persistencia. De tarde suena el timbre en casa y como mi portero eléctrico anda mal no pude preguntar de quién era la voz femenina del otro lado. Pensé que se trataba de una amiga de mi mujer, así que le dije a ella que bajara. Al cabo de unos minutos subió con un sobre blanco en las manos. Me lo dio y en ese momento el domingo alicaído se volvió luminoso. Blanquísimo como el color de ese sobre.
Tiene 2 sellos, uno de ellos un corderito blanco de Mongolia. Junto a la filatelia, una nubecita que es como una marca registrada de la artista. Sellando el sobre, un autoadhesivo pequeño también con la nubecita llorona. Lo abrí con cuidado para no romper nada. Adentro, en una bolsa de burbuja, varias bolsitas ziploc chiquitas. 2 de ellas contienen las revistitas. Encuadernadas con unos ganchitos pequeños, y con una tancita para colgar. El contenido de las mismas enriquecido por colores y texturas que ya en una primera ojeada empiezan a desprender ideas a partir de la combinación de imágenes, de los textos podados y de los elementos fuera de su contexto. En otra bolsita, un PIN cuadradito, con la super nubecita. Y para completar el combo, un autoadhesivo de la gran nube tristona. Me encantó todo esto. La iniciatva, la idea, es esfuerzo y el buen gusto. Encima vino ella personalmente a pesar del mal tiempo para hacérmelo llegar. No puedo estar más que agradecido y gratamente sorprendido. Entren ya a http://hayunplan.blogspot.com/ donde van a encontrar los trabajos de esta amiga, y la dirección a donde hacer el pedido de tu revistita.

TRILOUT: LA ROCKERÍA

La semana pasada el Trilo se movilizó para asistir al toque de Gabo, acompañado de muchos de sus amigos. A pesar del frío que asola, el Trilo sigue realizando trabajos de campo. Esta vez fue la oportunidad de asistir a una rockería muy particular. Hace meses que recibo las invitaciones de una amiga del Trilo, llamémosla "A" para no revelar su identidad. Una y otra vez me insistió para que visitara "Clash City Rockers", un boliche en Ciudad Vieja de unos amigos suyos. Ya había recibido los afiches vía mail (algunos facturados por "A") y por los nombres de las bandas que aparecen pintaba interesante. Nunca había cuadrado ir hasta este sábado pasado. Llegamos a eso de la una, y ya había algo de gente. Para hacer tiempo empezamos con la cerveza mientras mirábamos los videos que se proyectan. La música, rock. Sobretodo de los 80, inclinándose más a lo dark y por momentos algo de punk. La fauna local muy similar a la que se ve en lugares como Bj, por ejemplo. Muchas caras conocidas y fichas repetidas, amistades y compinches. Parece más la casa de un amigo que un boliche. Un ambiente que otros lugares nocturnos deben de envidiar por la camaradería reinante y la coexistencia pacífica. Con el devenir de la noche el lugar se fue llenando hasta colmarse casi por completo, cosa que me sorprendió gratamente.
Uno se siente como en casa, era la primera vez pero parecía que se estaba volviendo a un lugar conocido. Fue como regresar a los 16 años cuando escuchaba esa música, me juntaba con amigos que se veían como muchos de los asiduos, y frecuentaba lugares como este. Es como un retroceso a mejores tiempos cuando se fumaba dentro de los boliches y cuando los baños no eran solo para mear. Es importante aclarar que nunca salgo a boliches, a no ser que toque alguna banda interesante. Pero en general las propuestas en Montevideo son muy similares, así como en la Ciudad Vieja. Hay demasiada cumbia, mucho rock nacional, electrónica, y nunca música que me agrade. Pero por suerte no es el caso de este lugar, una máquina del tiempo, una isla, un oasis, una rockería. En la tierra donde la gomina marcaba la raya al costado para que no se enmarañara con el 2 x 4 de las tanguerías. Ahora en las rockerías del siglo XXI, eriza el pelo como en los 70. Un placer haber podido visitar este lugar, y por otro lado la tranquilidad de saber que existen escapes como este todavía.
En un momento salimos a la vereda un rato y fuimos testigos de un drama callejero. Ante nuestros ojos se develó la desencantada historia de amor no correspondido de Capuchita y Chanchito. En la puerta habían dos chicas usando capuchas, cualquiera pensaría que era por el frío intenso de la madrugada. Dio vuelta a la esquina un grupo de 3 chicas, que se acercaban a la puerta del boliche. Cuando se aproximaron al lugar una de las chicas del grupo dijo algo así como: "Ponete la capucha nomás". Fue en tono de ironía y dijo algo que dio la pauta que se estaba escondiendo. Era una chica de estatura baja, retacona, de piernas rellenitas y apoyaderas pronunciadas. Parecía una chanchita. Hubo un intercambio de palabras subidas de tono, pero no pudimos registrar bien su contenido. El dúo encapuchado permaneció en una aparente indiferencia. Siguió avanzando el grupo, pero chanchita se dio vuelta y enfiló de nuevo hacia una de las encapuchadas. Enseguida una de sus compañeras la tomó del brazo impidiéndole avanzar. Le dijo: "Dejala, no vale la pena..." y así la convenció de seguir alejándose por Paraná. Nosotros quedamos sacando conclusiones de qué había sido ese despliegue femenino. Mal de amores seguramente. Cuando duele, duele igual para todos, sin importar clases sociales, educación o tendencia sexual.